8 de abril de 2019

La prórroga

Cuando se despertó, antes de que el sol llamase a su ventana, recordó el día que era; el fin del mundo estaba previsto hoy y él había decidido ser un espectador atento. Tenía dos cosas a favor: su avanzada edad y un amor perdido hacía ya demasiado tiempo.
Miró con curiosidad por la ventana, atento a los signos. ¿Cómo sería? ¿Dolería acaso? Aunque lo hiciese, no podría hacerlo más que la ausencia de ella.
Así, asistió a un amanecer sobrecogedor, lleno de sorprendentes naranjas, de rosas potentes, de nubes voluptuosas. Vio bandadas de pájaros bailando en el aire. Oyó la conversación del viento, su susurro. Se hizo una comida ligera, bebió un poco de vino, acarició algunas viejas fotos y repasó aquellos recuerdos que siempre habían estado vivos en su cabeza. Sí, estaba preparado y, cuando vio que la noche llegaba, pensó: “moriré dormido”.
Al día siguiente, sin embargo, todos seguían vivos. El espectáculo de colores se volvió a suceder pero, para él, había dejado de tener gracia.

1 comentario:

  1. Cuando uno se hace a la idea de algo y no llega, la decepción es inevitable.
    Muy buena esta prórroga, Luisa
    Un abrazo

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