Si por algo le había gustado aquella
niña es porque, mirándola, podía imaginar la deliciosa joven en la que iba a
convertirse. Sin embargo, pasados algunos años y como le venía ocurriendo siempre,
comprobó que no podía encontrar en aquella mujer huella alguna de la pequeña
que le había robado el corazón. Por eso la abandonó, como a todas las
adolescentes inocentes que en su vida había consumido.
Fue entonces cuando hizo memoria,
cuando revivió el dolor que la última vez le habían hecho las chanzas y las
bromas de aquellas chiquillas, y recordó el modo en que le habían hecho
sentirse viejo y ridículo.
Vaya, le dolía que le dijeran viejo y lo que hacía él, no le impactaba?
ResponderEliminarExcelente Luisa, me ha gustado mucho a pesar del dolor que encierra.
Besicos muchos.
Vamos camino en esa única dirección...
ResponderEliminarSaludos,
J.