13 de diciembre de 2017

Rehabilitación


-Obedecía órdenes –ha repetido hasta la saciedad el hombre que tengo delante intentando justificar sus crímenes-. Era un soldado, sólo eso.
-Yo, en cambio, pienso que eres algo más.
Me ha mirado con curiosidad, con sorpresa incluso, y yo he hecho que vea esas fotos que conozco de memoria, le he obligado a oír las grabaciones con los gritos de la gente y los silencios.
Creo que ya está empezando a quebrarse, eso espero.
Dentro de un rato le llevaré la cena, le daré las buenas noches y le dejaré solo; le trataré como el hombre que ha sido siempre y quizás, si tiene suerte, el dolor que causó empezará a atravesarle de lado a lado. Puede que entonces comprenda que nosotros no torturamos, no ejecutamos, no eliminamos a aquellos que no comparten nuestro punto de vista; puede que entienda que los crímenes siempre hacen mella en el corazón de los hombres, sean éstos soldados o víctimas, que nada ni nadie puede justificarlos y menos aún un uniforme.  

1 comentario:

  1. El problema es que para muchos el entendimiento se encuentra tan ofuscado que creen que todo el mundo debe de actuar de la misma manera. En todo momento.

    Saludos,

    J.

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