16 de abril de 2018

Ángeles y demonios

Desde que se acordaba, las mismas palabras. “Es como un ángel, con esos rizos tan rubios y esos ojos tan claros, con esa cara de no haber roto un plato”, “Es un querubín, un encanto sin alas”. Él, mientras, permanecía sin moverse en mitad de la habitación y solo esperaba que aquellas señoras dejasen de manosearle; pero no fue fácil conseguirlo, no fue fácil. Ni tan siquiera cuando estaba en el ataúd dejaron de tocarle, de arreglarle el pelo, de repetir aquellos comentarios; ni siquiera mientras buscaban a su alrededor una nueva víctima a la que acorralar, a la que empujar al cielo llegado el caso.

(microrrelato incluido en “Menguantes”, libro que puedes descargarte en este enlace)

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