9 de abril de 2011

La eternidad

Agotada de las voces interiores que escuchaba en todo momento y que tantos abismos abrían a su alrededor, saturada de los susurros llenos de miedo en los que nadaban sus desafortunadas neuronas, cansada de luchar contra los negativos pensamientos que rebotaban como pelotas de tenis entre sus sienes, se quitó la vida buscando la paz.
Y sólo después de ser espectadora impasible de su propio entierro, cuando se quedó definitivamente sola, ya sin ser, para siempre, descubrió la terrible verdad, lo inesperado: detrás de la vida no se abría el frío del silencio que había ido a buscar, no, detrás estaban las voces de los muertos. Estaban sus gritos, aquellos en los que reclamaban la vida que habían perdido o que no llegaron a tener, en los que daban cuenta de los deseos insatisfechos, en los que contaban las injusticias de las que fueron objeto o las razones que les llevaron a actuar mal, los que llenaban de los recuerdos que querían guardar y que quizás habían ido inventando con el único propósito de hacerse oír y llamar la atención dentro de aquel interminable estruendo.
No, no era lo que ella había esperado encontrar pero pronto descubrió que, por lo menos, en aquella eternidad, le era absolutamente imposible oírse.

12 comentarios:

  1. Enhorabuena Luisa, este micro ha bebido en las aguas del río Rulfo.

    Un abrazo

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  2. O como mínimo entenderse. Qué bueno.

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  3. Creo que te has confundido y tu protagonista es hombre. Los hombres no sabemos pensar con ruido. ¿No te has fijado que cuando buscamos algo mientras conducimos, apagamos la radio?

    Me ha gustado mucho el final, porque al menos encuentra el consuelo en algo, no era tan negativa la mujer.

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  4. Yo tambien apago la radio para ver. Que conste.

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  5. Un buen micro, Luisa. El tema es gigante pero lo manejas bien.
    Abrazos,
    PABLO GONZ

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  6. Uf... Me ha gustado, y me ha hecho pensar, y mucho. O sea que luego no hay silencio, sino más ruido?
    Estoy de acuerdo con Patricia.
    Espero apretar bien a las teclas y que este comentario sí se publique. Algo hago mal.

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  7. Ya sé qué era, que tiens palabra de confirmación y yo que soy muy impaciente...

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  8. Gracias Pablo y Amando.
    Os escucho, y con placer, a pesar del ruido de "este mundo".
    Un beso.

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  9. Pues hemos vuelto a coincidir. Me gusta como planteas directamente el tema, y cómo lo vas conduciendo de forma estupenda hasta un final que a mí me encanta.

    Un beso

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  10. Enhorabuena, Luisa. El relato refleja muy bien el badajo que hacer resonar la campana que tenemos en la cabeza. La protagonista se alivió, y la autora se pone una medalla más.

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  11. Pues eso es un gran alivio. UNo mismo puede ser el más cruel de los críticos. Bien por ella por por tí.

    Un saludo!

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  12. Enhorabuena, Luisa. Es un buen micro, me gusta como nos conduces hasta ese final tan, en cierto modo, consolador.

    Besitos

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