Yo tuve una vez una encina en un terreno muy pequeño.
La compartía con mi hermana y un primo, pero éste vivía lejos y no la
apreciaba. En diciembre, mi hermana y yo, nos colgábamos de sus ramas más bajas
y las más altas las vareábamos. Caían unas bellotas gordas, marrón oscuro y
reventadas por un costado. Con ellas en una cestilla, nos íbamos a casa,
hacíamos un nido entre las ascuas y las cenizas de la chimenea, rajábamos con
un cuchillo las bellotas que no tuvieran ninguna herida y las echábamos al
hueco tapándolas después con más ceniza y ascuas. Esperábamos alrededor de la
lumbre, la tarde oscureciendo en el patio, sin luz eléctrica, con los rojos y
azules de las llamas más atrás y los cuadrados incandescentes y las cenizas
delante, a que se abrieran las bellotas y llenaran el invierno con su olor de
fruto asado y convocara a otros olores, a la jara, al tomillo al pimentón y al
pelo chamuscado del cerdo. Pronto comenzarían las matanzas.
Microrrelato
escrito por Lola Sanabria
Ilustración
hecha por Amparo Martínez Alonso
(Si tienes un microrrelato con temática
ecologista, no dudes en enviármelo. Si, por el contrario, prefieres ilustrar,
ponte en contacto conmigo, esta sección la estamos construyendo entre todos y
estás invitado. ¡Muchas gracias!)
Qué lujo, Luisa, la Sanabria por aquí. Y con la ilustración de Petra. Menudo trío de nuevo.
ResponderEliminarTres abrazos, tres.
Una hermosa escena costumbrista, fantásticamente acompañada de la ilustración de Petra. Abrazos por triplicado.
ResponderEliminarHa quedado incendiario con esa ilustración tan viva. Gracias a las dos.
ResponderEliminarAbrazos dobles.
Tristes llamas pensando en todo lo que se está quemando en españa.
ResponderEliminarLola, genial recuerdo, en mi caso esperábamos las papas :).
Petra, me hipnotiza ese fuego.
Un besazo a las tres, incluida anfitriona.
Mis sntidos han quedado contagiados, sobre todo el del olfato. Mi piel siente el calor de la ilustración: mis pupilas reflejan rojos y azules :-)
ResponderEliminarQué lindo trabajo el vuestro, Lola, Petra. Y gracias, Luisa.
Saludos :-)
Lola, Petra y Luisa, no se puede pedir más. Invierno cercano en imágenes y aromas en un verano más que calentito. Un beso para las tres.
ResponderEliminarEl micro de Lola es de Lola, qué puedo decir. Y el dibujo, casi huele.
ResponderEliminarQue lunes más majo.
Gracias a todos.
Trabajar así da gusto.
ResponderEliminarEl micro de Lola se dibujaba solo. Ella aporta en sus relatos Imágenes mentales y plásticas.
Gracias a todos y besos a la creadora de este espacio: querida jefa :)
Yo, mientras, preparando las vacaciones...
Besossss
A esto se le llama trabajo en equipo: Luisa pone el territorio, Lola el guión y Petra la imagen: fusión total. Enhorabuena...
ResponderEliminarEl micro precioso, también me trae recuerdos y aromas de infancia
Lola, gracias a tus palabras conozco ahora una tradición, o un modo de hacer diríamos mejor, que jamás se realizó en mi Córdoba natal. No que yo sepa. Por tal conocimiento y la belleza de tu micro, cruel belleza la del gira final, gracias.
ResponderEliminarAmparo, tu fuego dibujado genera luz y calor, hechiza.
Luisa, Amparo, Lola, besos por tres
Trío de lujo para asar unas bellotas : Luisa puso la hoguera, Petra avivó el fuego y Lola recrea la escena como si fueran vivencias de ayer mismo.
ResponderEliminarBesos para las tres por vuestra excelente coordinación y talento.
Jo, parece que no puedo dejar un comentario en la página de Lola. No sé que pasa, vaya rabia.
ResponderEliminarGracias, guapos, también en nombre de Lola y Amparo.
Besos
Sí puedes, Luisa, es que a veces tardo en darme una vuelta por el blog.
ResponderEliminarBesos agradecidos para todos y todas.
Lola, Petra y Luisa, menudo trio de lujo. Un micro evocador y una ilustración muy real.
ResponderEliminarBesitos
Mis aplausos para las tres.
ResponderEliminarEstupenda ilustración de Petra, en la que parece que el fuego va a escaparse de la pantalla.
El micro de Lola, -el más bucólico de cuántos les he leído- nos acerca al campo, a las viejas costumbres, a las raíces.
Un abrazo,
Ehhhh!! Todas para los cerdos, que eso es divino. Un precioso relato de corte costumbrista.
ResponderEliminar