Mirando
desde el mar, las olas no podían comprender la quietud de la que hacía gala la
costa; incluso, cuando arreciaba el viento y la lluvia caía con fuerza,
aquellas piedras, las más grandes y las más pequeñas, las montañas y la arena,
permanecían aparentemente quietas.
Y, mientras las olas curiosas
escudriñaban la frontera con la tierra y la lamían intentando erosionarla
sembrando un germen de dudas, no se daban cuenta de que ellas eran esclavas de
un eterno vaivén, no se daban cuenta de que ellas eran desde siempre las
mismas.
Me parece casi una parábola. Muy poético y con grandes verdades.
ResponderEliminarBesos marítimos
Lo que se dice ver la paja en el ojo ajeno en prosa poética.
ResponderEliminarAbrazos cambiantes.
Besos marítimos y abrazos cambiantes, sois geniales, muchas gracias y...
ResponderEliminar"abrazos marítimos y besos cambiantes", supongo.
Besos
Muy poético y sugerente.
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