El árbol se enamoró de una niña
cuando, jugando al escondite, lo tocó entre risas. Con los años, ella no ha
dejado de volver al bosque con una u otra excusa; hoy, en concreto, con un
idiota.
Menos
impasible de lo que pudiera parecer a simple vista, ha asistido al encuentro amoroso
de la pareja, tras el que los amantes se han adormilado bajo su copa.
No tendré otra oportunidad, ha
pensado; y tras hacer que una de sus hojas cayese sobre ella, se ha dicho: que
se vaya acostumbrando al tacto de mis dedos, sin prisas.
(microrrelato escrito para
esa fotografía, una propuesta de la IM)
Es delicioso.
ResponderEliminarBuenísimo Luisa, me ha encantado y me ha arrancado una sonrisa.
ResponderEliminarA mí también me gusta, Luisa.
ResponderEliminarTiene una alta carga poética, muy hermoso.
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