Recibimos una llamada: alguien se
había quedado encerrado en un ascensor y teníamos que ayudarle. Mientras
sorteamos el tráfico, preparamos las alas; de modo que, cuando llegamos hasta
él y nos miro a los ojos sin decirnos nada, pudimos empezar a quitarle el
miedo, a salvarle de la soledad y a hacer que las ilusiones volviesen a
volarle. Mi compañero, más experimentado, fue el único que dijo algo: “esté
tranquilo, nosotros elevamos sueños a realidades y, antes de irnos, le
dejaremos una lámpara con un genio, una charla con un amigo y una libélula de
papel que le sirva de piloto automático”.
(microrrelato
presentado al concurso de microrrelatos convocados por IASA Ascensores, en el
que era obligatorio incluir en el texto: “elevamos sueños”; ¿quieres saber
conocer a la flamante ganadora, a los finalistas?, consulta este enlace, es importante que lo hagas porque así podrás ver que Paloma Hidalgo es quien ha ganado)
Bonito relato, Luisa. Un beso.
ResponderEliminarNo lo suficiente.
ResponderEliminarEstoy deseando leer los vuestros
Muy bien lo de ir al grano con los ángeles y esos regalos que le hacen al encerrado.
ResponderEliminarEra muy golos este concurso, yo no envié ninguno. Un abrazo.
Goloso, disculpas.
ResponderEliminar¡Qué bonito el relato Luisa! Voy a leer el de Paloma que aúno no he tenido oportunidad. Un abrazo.
ResponderEliminarA seguir con los intentos. Pero me gustó tu solución alada. Paloma, un crack. Por desgracia, no se puede leer el micro por ninguna parte.
ResponderEliminarUn beso, Luisa.
Precioso. Lo de la libélula de papel me encanta.
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