Era
una bochornosa noche de verano.
Habían pasado unas tres horas desde que se acostó,
según el reloj del vecino, e intentaba permanecer inmóvil, mantener la mente en
blanco y respirar de forma pausada mientras llamaba al sueño, el mismo que se
deslizaba sobre él como las gotas de sudor resbalaban hasta perderse en los
pliegues de las sábanas.
Calor. Sudor. Sudor. Calor. Y el tiempo.
Calor. Sudor. Sudor. Calor. Y el tiempo.
Oyó las cuatro y decidió levantarse.
Otra noche más, otra ducha, un sorbo largo de agua y un paseo por la casa.
En el otro extremo del pasillo
estaba la terraza. La luz de la luna la inundaba, dándole un extraño aspecto
lechoso, mágico, y se introdujo en ella con el mismo respeto y silencio con que
los fieles entran en una iglesia en la que la misa ya ha empezado. Se tumbó
sobre la vieja hamaca, se estiró y cerró los ojos.
“Un buen baño de luz de luna”, se
dijo, “eso acabará con todo, con el sueño, con el calor, con el cansancio”,
mientras empezaba a sentir el agradable cosquilleo del sudor secándose. Sí,
aquello era lo que necesitaba. La luz de la luna acariciándole, refrescándole,
tranquilizándole, haciendo que se olvidase del mundo, que el mundo se olvidase
de él, apoderándose de su cansancio, de sus músculos, como si flotase, como si
estuviese evaporándose.
Al día siguiente la tumbona estaba intacta y él
efectivamente ya no estaba.
Buen baño de luna recibió. Un relato con el que según vamos leyendo, nos vamos identificando, para terminar en ese sorprendente final.
ResponderEliminarBesicos muchos.
Creo que seguiré practicando los baños con agua, aunque no "acaben con todo".
ResponderEliminarAunque intuía la sorpresa, no esperaba ese final.
Me gusta mucho.
Cuidado con lo que deseamos, no sea que se cumpla.... llevado un poco más lejos.
ResponderEliminarGracias por venir, guapas
Me gusta la intención femenina de goce que das al texto. El descubrimiento de la propia sensualidad, sin terceros. Muy bien.
ResponderEliminarQuizá hay una demasía de gerundios...
Un abrazo
Si, tienes razón a veces se me va la pinza con los gerundios, por eso es muy importante y te agradezco que lo menciones, para que yo me fije.
ResponderEliminarGracias, salerosa
Así que me salgo por la tangente e puntillas, jajaja. No me digas que no ves algo en esa niña de Clarisa, de Delia, incluso de Germán de Sobre Vuelos...
ResponderEliminarDel tuyo me gusta esa descripción del bochorno, me pareció tan familiar, el bochorno digo. Y el final, ay la luna y las azoteas...
Un besazo, Luisa