No se murió cuando naufragó su
barco, siempre supe que estaba vivo aunque todos me dijeran lo contrario.
Murió ayer por la mañana, lo sé
porque sentí un pellizco en el pecho y algo así como una nueva presencia en el
aire; y poco después, su fantasma apareció al otro lado de la calle mirando
hacia la que fue nuestra casa. Corrí a su encuentro lo más deprisa que pude,
sobreponiéndome a todos los obstáculos.
-¿Tú también? –ha dicho él-. ¡Menudo
par de fantasmas!
Logras mantener el suspense hasta el último momento, sin trampa ni cartón. Me ha gustado muchísimo, Luisa.
ResponderEliminarGracias, guapetona, por pasarte.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMuy original el planteamiento y bien escondidas las cartas, me gustó.
ResponderEliminar