Andrés Galindo |
Feliz Navidad, dijo el desconocido, escondiendo su rostro detrás de un disfraz de payaso. Nunca supe cómo era su cara, tampoco sé si acerté a darle las gracias; pero aún lo recuerdo hoy, aún hoy sé que no voy a olvidarlo: tenía siete años, estaba en el hospital y las fiestas parecía que iban a pasar de largo hasta que aquel hombre, escondido y amable, hizo que llegasen hasta mi cama materializándose en un coche de carreras, que desde entonces y hasta ahora, años después y ya curado, me acompaña.
Hola Luisa,
ResponderEliminarSi te interesa participar en nuestro Certamen de Microrrelatos puedes ver la convocatoria en nuestro FacebooK:
https://www.facebook.com/gatoneghro/videos/vb.434878043345188/583683698464621/?type=2&theater
Y consultar las bases y premios en nuestro blog:
http://microrrelatosdogatoneghro.blogspot.com.es/2016/01/bases-para-o-i-certame-de-microrrelatos.html
Muchas gracias
Por algunas pequeñas acciones todavía es posible tener esperanza en el ser humano.
ResponderEliminarUn abrazo, Luisa
Ay, la vida, sin duda, es bella...
ResponderEliminarSiempre hay detalles que nos salvan. Muy conmovedor.
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