21 de julio de 2014

El umbral

          Cuando me acerco puedo oír ruidos detrás de la puerta cerrada, sé que son como siempre el tiempo y el espacio jugando. De modo que, para no encontrarme ante una realidad que no es mía y descubrirme perdida y desorientada, como bien sabe mi psiquiatra que ya me ha ocurrido demasiadas veces, hago como que quiero entrar y tengo algún problema tonto e inclasificable, como si la puerta se trabase y no pudiera franquearla.
            El truco no suele fallar. Cuando la abro, estoy de nuevo en casa.

3 comentarios:

  1. Un ejercicio de sicología muy bien llevado. Como siempre, genial!!
    Besicos muchos.

    ResponderEliminar
  2. Luisa, un bonito juego con los lectores el que plantea este microrrelato, donde todo es lo que parece y a la inversa. Muy bien hilvanado.

    Besos.

    ResponderEliminar