La primera fue
que vendría a la cena su exmarido.
La segunda, por
aquello del empate, que también mi exmujer.
La tercera, fue
cosa mía: invitar a mi muy querida vecinita del sexto.
La cuarta,
apuntar al butanero con su bombona.
La quinta, que
no iba a haber uvas.
La sexta, que
me daba igual como fuera.
La séptima que
pondría el mantel que había hecho mi madre.
La octava, que lo
que tú quieras, mi amor, que tras el detalle del mantel, lo que tú quieras.
La novena, que
no fuese tan complaciente, que le gustaba que le diera guerra.
La décima, que
para guerra la que me das tú y todo lo que me gusta.
La undécima, es
que volvimos a mirarnos a los ojos como antes hacíamos, sin decirnos ni media.
Al final, ha
llegado Nochevieja, estamos solos y, aunque bebemos en los labios del otro, no
hemos tocado la comida.
El Año Nuevo
está a la vuelta de la esquina y ésta es la última campanada, la buena noticia:
lo estamos esperando juntos, con una sonrisa.
(microrrelato
escrito para Esta noche te
cuento, mes de diciembre, tema: “tras las campanadas del Año Nuevo”)
imagen de Miguel Ángel Cejudo |
Muy original y completamenye distinto. Felicidades y `por cierto, feliz 2015. :)
ResponderEliminarBesicos muchos.
Una brisa fresca nos trae tu texto para empezar el 2015 con optimismo.
ResponderEliminarUn abrazo, querida Luisa.
Qué buenas visitas, qué suerte!!
ResponderEliminarOriginalisimo este cuento para este noche te cuento y sus doce campanadas. Este año me he propuesto regresar a ese espacio que tuve que abandonar en julio por saturación de temas variopintos.
ResponderEliminarGRACIAS por venir a mis palabras y que tengas un 2015 de los buenos, de esos que dan para cien microrrelatos. BESAZO.
A golpe de campanadas, a golpe de amor.
ResponderEliminarUn abrazo campanudo.