Había
escrito cien veces: te quiero. Había estado de rodillas con los brazos en cruz
cargados de besos. Había estado castigado contra la pared meditando sobre su
forma de proceder. Incluso había logrado que ella le castigase sin recreo. Si
la escalada continuaba, y él haría lo imposible para que así fuera, pronto aparecerían
los castigos físicos con los que disfrutaban tanto él como ella.
Luisa, un joven sadomasoquista en potencia, que oye, si él disfruta... nada qué decir.
ResponderEliminarEl final es muy bueno.
Abrazos.
Va calentando motores, va. Eso si, cuando explote yo no quiero estar cerca.
ResponderEliminarComo bien dices: es cosa suya.
Y de quien esté con él, claro.
Gracias
Vaya par de dos.
ResponderEliminarMe encanta el micro, por lo diferente y original.
Un besazo.