En
la tele dijeron los lugares en los que aterrizarían y un grupo de los nuestros
se organizó para ir al más cercano aunque, siendo sinceros, llevábamos meses
preparados para el encuentro.
Después, el día exacto, con el corazón en un puño y la
boca abierta por la emoción, vimos cómo las naves se posaban, sin hacer ruido,
inmensas; y se inició nuestra espera.
Desde entonces, siguiendo su
ejemplo, asumiendo el castigo de su silencio por todos nuestros pecados,
entendemos que sólo nuestros labios cerrados lograrán que nos perdonen y acaben
saliendo para acogernos en sus brazos de luz.
Sin embargo, no estamos solos, la algarabía de los
otros pecadores nos rodea y atenaza día y noche, constante, y sólo conocemos un
modo de callarlos.
(¿sabes
que estamos escribiendo una novela entre todos?, ¿quieres participar?; descubre cómo)
Al menos la espera es amena y divertida ;)
ResponderEliminarUn abrazo.
Tú crees? En silencio, intentando complacer a los dioses y preparando un sacrificio??? Más bien yo diría que... se masca la tragedia.
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