-Este testel
¿qué es? –preguntó Eva.
-Un micrófono –contestó G. cucándola
un ojo- ¿Te molesta, Bob?
-No, no me cuca,
es muy ligero para ser marca ACME.
-¿ACME? ¿De qué me suena? –interrumpió Eva.
-Del coyote y del correcaminos…
-Pero si…
-Han mejorado mucho, tranquila, funcionará. Veamos,
una miaja
de paciencia, por favor. Sí, creo que ya está. Vístete, Bob, y repasemos el
plan.
-Quedo con la madrastra junto al arambol
del puente de Segovia y la hago hablar como sea.
-La embriscas,
la mientes…
-La haces el rendibú
–continuó Eva-, lo que sea, pero que confiese. Eso sí, muévete abonico
pero con naturalidad, para que se grabe todo y no te descubra.
-Sin problema –dijo Bob-, no os hacéis ni idea de las
ganas que tengo de dejar de trabajar en el programa de Krusty. La cárcel no
puede ser peor, sobre todo si me aseguro de que ella también acaba entre rejas,
lejos de las fiestas y de esos siguemepollos
por los que es tan famosa.
***
Esta entrada es
una continuación de todas éstas:
¡Qué bueno, Luisa!
ResponderEliminarMira que me gusta esta serie y cómo vas alambicando todas las palabras casi olvidadas que nos regalas.
Un abrazo,
Por aquí estoy, leyendo el nuevo capítulo y en espera de los siguiente.
ResponderEliminarBesitos
Tus historias de palabras cada día más se parecen a un cóctel sabrosísimo...
ResponderEliminarBesicos