-¿Os han echado
de casa, pequeñas?
Miramos hacia
atrás y vimos a uno de nuestros enemigos, al acecho, esperándonos. Yo aún
estaba a salvo pero mi compañera estaba desprotegida y no éramos tantas.
Sólo pudimos
hacer una cosa, usar nuestras curvas e intentar comprar los favores del siempre
estirado dado.
(microrrelato finalista en la XLI Edición del Concurso
de Microrrelatos en Bubok)
¡Jaja! Una visión muy seductora del juego del parchís.
ResponderEliminarUn abrazo, Luisa.
¡Felicidades! Esa partida de parchís la has ganado tú, usando tu habilidad para contar historias...
ResponderEliminarUN ABRAZO.
Luisa, ingenioso relato homenaje a un juego que da mucho de si como el parchis.
ResponderEliminar¿Felicidades por la mención!
Besos.
Lo cierto es que el parchís es uno de los juegos que yo más he jugado en mi infancia y lo hacíamos en plan asesino y kamikaze, comiendo y comiendo, muy agresivo. Quizás por eso era adictivo.
ResponderEliminarY mira tu por donde sale ahora
ja ja ja has conseguido que me cayera simpático un juego que siempre he odiado.
ResponderEliminar¡Enhorabuena, Luisa! Tu micro me ha resultado hilarante. ¿Cómo le llamaran a estas fichas, que se aprovechan de sus curvas para obtener beneficios, en el futuro?
ResponderEliminarUn abrazo y felicidades.
¡Vaya, vaya, con las fichas! No había pensado yo en el parchis desde ese punto de vista, jajaja.
ResponderEliminarBesitos
Juegos peligrosos jeje
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