A las 11:30 del día de ayer, un hombre armado con un bolígrafo y una goma entró en la página 126 de una novela del centro. Pocos minutos más tarde, retenía a algunas frases, marcándolas en rojo, llegando incluso a empujar a veinte de ellas a un margen, donde las mantuvo sentadas en el más absoluto silencio bajo la amenaza de hacerlas desaparecer. Tiempo después, con algún criterio que no se ha llegado a establecer, liberó a algunas, obligándolas a entrar en algunos párrafos cercanos o escribiéndolas entre líneas, con aparente prisa y letra ilegible; si bien, veinticuatro horas después del asalto, sabemos que ninguna de ellas presenta faltas de ortografía y todas están afortunadamente ilesas.
A día de hoy, el secuestro continúa.
Nos consta que aún hay algunos rehenes entre paréntesis; rehenes que sólo serán
liberados, usando las palabras del propio secuestrador, cuando alguien le
proporcione un final aceptable a esta maldita historia.
(microrrelato
publicado en PFD y que leéis ahora en
una versión mejorada gracias a los comentarios de algunos; microrrelato que,
junto a algunas explicaciones más sobre mi persona, podéis encontrar hoy en Diario de incontinencia, el blog de Nel Morán, en
donde he sido felizmente invitada, en el que estoy en una inmejorable compañía)
ME ha encantado ese secuestro, y según veo será eterno :D
ResponderEliminarUn secuestro muy original. Me ha gustado y sorprendido. Creas tensión, sufrimiento y paz, además de abrir la mente en busca de un final.
ResponderEliminarUn fuerte abrazoooo
Luisa, un microrrelato muy original que juega con esa forma periodística llamada crónica.
ResponderEliminarA veces no queda más remedio que secuestrar frases enteras y hasta páginas para dar con un final, aunque otras, ni con esas.
Abrazos.
En casa de Nel te dejé mi admiración por este micro, Luisa. Exquisita idea, exquisita prosa, exquisitez de resolución.
ResponderEliminarMe gustó mucho este micro Luisa y me encantó verte en casa de Nel.
ResponderEliminarBesos desde el aire