Siempre
he sido débil, lo sé, por eso no opuse demasiada resistencia y dejé que me
transformasen en uno de ellos.
Ahora llamo a la puerta de la
vecina, oigo sus pasos leves y siento cómo posa su mirada en mí, sonrío:
-Soy
el vecino, no tengas miedo.
Duda
un momento.
-¿Qué
quieres?
-Todo
y nada. Quiero poner en contacto a todos los que seguimos vivos en el inmueble,
que unamos fuerzas y compartamos víveres, que no estemos solos.
Dejo
que una nueva sonrisa ilumine mi rostro, pero ésta es de verdad, la
metamorfosis ha empezado por dentro, soy mucho más osado y lo celebro. Sin
embargo, he de tener cuidado, no quiero que vea mis nuevas garras.
-¡Enséñame
el cuello!
Sé
a qué se refiere, todos los sabemos, por eso he venido con la camisa
desabrochada desde casa, para ganar tiempo. Me acerco a la mirilla, quiero que
me vea bien, es una verdadera suerte que mis nuevos compañeros de vida hayan empezado
la conquista difundiendo información errónea en todos los medios.
(éste es el segundo microrrelato
incluido en “Triple Ceis (666), el
número de la bestia microrrelatista”, esa
publicación digital de la que os hablé ayer y que podéis encontrar aquí; el ilustrador de este micro es Juan
Luis López Anaya)
Terror del bueno, donde se le da mucho juego al lector.
ResponderEliminarMil besos.
Me encanta leerlo, una y otra vez. Inspirador y maléfico. Deja buen sabor.
ResponderEliminarMil abrazos.
Uy, aquí alguien ha aprendido mucho, parece que saben engañar muy bien. Menuda invasión vas a liar Luisa.
ResponderEliminarAbrazos.