5 de mayo de 2014

Consunción

            Apoyado en una de las paredes blancas de la habitación vacía, hay un hombre sentado, con un rostro inexpresivo y serio, triste. Mira al infinito que hay frente a sí,  mientras respira con calma y se concentra en apartar el dolor de su mente. Pestañea.
            Pasan las horas, la posición comienza a ser incómoda y siente un extraño placer al desentumecer los músculos. Cada vez aguanta más tiempo quieto; sin embargo el amor y el odio, ajenos a todo, siguen estando ahí, inalterados, perennes.
            Y mientras el cuerpo vuelve a inmovilizarse, más pequeño; la tormenta interna arrecia, continúa y le vence. Le gustaría sentir una lágrima en la mejilla, pero descubre un día más que no puede.

4 comentarios:

  1. Luisa, todo un ejercicio masoquista, voluntario o no, el de este personaje, que se deja vencer por el dolor. Desconozco si el título hace referencia al nombre de la amada, Asunción, seguro que no, pero me hace gracia pensar que sí. En cualquier caso, excelente cómo se ha recreado ese estado de ánimo con esa postura perpetua de inmovilidad.

    Abrazos.

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  2. Ella no es Asunción, pero podría serlo ahora que lo mencionas.
    Consunción es el resultado de la busqueda desesperada de un título para un micro, una búsqueda muy muy desesperada y larga, casi más que escribirlo.

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  3. Ay esos pequeños placeres, cuanto daño que hacen.
    Abrazos Luisa.

    p.s. comparto tu sufrimiento con los títulos, je je.

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