“Una vez se ha decidido a acabar con el
animal, lo primero es situarlo en el lugar en el que, estando menos a cubierto,
baje la guardia y esté más quieto; para lo cual es útil haber estudiado sus
querencias con anterioridad. De este modo, estando la víctima cómoda y
descuidada, el matador esperará a que el animal se humille, es decir, a que
baje la cabeza, para lanzar la estocada que ha de ser recta y precisa, siendo
la más valiosa y certera aquella que cae en medio de la cruz de los omóplatos.
Sin embargo es normal que, aunque la estocada esté bien ejecutada, haya que
recurrir al descabello, maniobra cuyo único objetivo es ahorrar en tiempo y en
sufrimientos.”
Con un trapo en la mano izquierda y un
cuchillo en la derecha, vestida de color grana, Matilde entró en el comedor.
Eran las cinco de la tarde. Silencio.
Después de esa excelente crónica taurina el remate es de oreja y rabo. Luisa como siempre, es un placer pasar por tu espacio.
ResponderEliminarBesicos muchos
Placer el que pases. Gracias
EliminarVaya faena que está a punto de acometer esa mujer, igual esta motivada por algún tipo de cuernos, quién sabe.
ResponderEliminarUn saludo
Quizás sea lo de los cuernos. Y si fuese así, sería curioso, ella con cuernos pero el toro, el que va a ser tratado como un toro, es él.
EliminarGracias
Con un tono y un lenguaje propios de la acometida, me has llevado al final. Y donde esperaba torero, encuentro mujer envalentonada. Y donde esperaba toro, encuentro marido. Buen micro para un lunes Luisa. :) :) Sonríe mucho. :) :)
ResponderEliminarSonrío lo que puedo y... los lunes, gracias a tí, lo haré más.
ResponderEliminarUn beso, Luisa
Luego dirán que la siesta es buena.
ResponderEliminarBuena para ella???
ResponderEliminar