15 de diciembre de 2015

Cuenta la leyenda


Cuentan que, en aquel pequeño pueblo junto al mar, había una prestigiosa fábrica de espejos y que su dueño estaba locamente enamorado de la más bella mujer que aquellas calles habían visto nunca. Él, intentando conquistarla, construyó fastuosas catedrales, coquetos palacios y delicadas villas para después cubrirlas por fuera y por dentro de esmeriladas superficies que la multiplicarían un millón de veces; sin embargo ella, joven y coqueta, acostumbrada a que los espejos la quisiesen, huyó junto a un joven pescador que la cantaba, que no había pescado nada nunca, pero que la hacía reír. Roto por el dolor, el propietario de la fábrica empezó a hacer añicos todo lo que había construido, no dejó de llorar y gritar hasta que la muerte le impidió hacerlo.
Aquel pueblo se llamaba Venecia y, aún hoy, cualquier persona que recorra sus calles estrechas verá en ellas la huella de aquel dolor: espejos y lágrimas.

(Este microrrelato ha sido leído por Ana Vidal en el programa de radio “Soles en el ocaso” en el que colabora; programa en el que anteriormente se pudo oír: “La tormenta perfecta”, un micro que ya fue publicado aquí en su día. He de mencionar además la excelente compañía con la que salieron al aire, razón por la que os facilito el enlace de este último programa (micros a partir de 1 hora y 5 minutos) y el de aquel (a partir del minuto 33). Gracias, Ana).

6 comentarios:

  1. Me ha parecido precioso, Luisa. Un micro-leyenda con una perfecta frase final.

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  2. Lágrimas y espejos... Bellísima, y tremenda, conjunción...

    Saludos

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  3. Gracias a ambos. Venecia es especial, rara y absurda, mágica. El texto no está a la altura, algo imposible, pero... espero que "algo" tenga.
    Gracias

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  4. Parece casi un cuento de las mil y una noche... Muy lindo.

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  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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