20 de junio de 2016

Monos sin gracia

          
Nos apuntan con sus cámaras, filman cómo algunos niños corren desnudos por el bosque de tiendas, fotografían al pequeño que ha dejado de llorar pero que aún no ha abierto la boca, miden el dolor de la mujer que hasta hace unos meses tenía una familia, meten las cabezas en nuestros precarios hogares y opinan, ahogan el enfado cuando ven cómo nos aglomeramos junto a los camiones de comida, hablan con los médicos del campamento e intercambian cifras.
Muchos más lejos, hombres y mujeres recién salidos de sus saunas, ahítos de desayunar pavo para mantener el colesterol a raya, planchados y limpios, hablan y repiten sus discursos, se dan la razón y se la quitan, parecen jugar a las cartas y hasta pretenden apuntarse algún farol mientras mantienen el gesto adecuado, un ceño ligeramente fruncido, un mohín serio y unos ojos definitivamente secos, todo ello sin exagerar, sin dramatismos, redescubriendo juntos los lugares comunes para acabar quedándose tan a gusto en ellos.
Unos y otros somos como monos, mientras una buena parte del mundo mira para otro lado.

6 comentarios:

  1. Ahí está el dolor, esos que miramos para otro lado. Algún día nos los exigirán ¿no hiciste nada?

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  2. Miramos hacia donde no nos molesten la vista del paisaje.
    Un abrazo.

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  3. Mirar para otro lado está de moda, tristes guerras, tristes tránsitos a la desesperada...
    Muy bien escrito, amiga Luisa
    Besicos

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  4. Lo más cómodo, nos hemos hecho cómodos y miramos para otro lado pensando que así, tal vez, no nos salpique.
    Besosss!!!

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  5. Compartimos un mismo planeta, pero vivimos en mundos distintos.
    Un abrazo, Luisa

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  6. Gracias, chicos. Y qué ganas de pasarme por La colina naranja y leeros a todos. Un beso.

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