El conductor del autobús vio al
viejo en la parada, el de siempre, puntual, esperando. Sabía que después
tendría que aguardar a que ese cabezota fuese hasta uno de los asientos de la
parte de atrás, habiendo como había otros sitios libres delante. Nunca imaginó
que era escritor y que su propósito era capturar las conversaciones que
quedaban flotando en el aire.
Luisa, me imagino que más de uno, entre ellos yo, se ve reflejado en ese viejito y que a nuestro alrededor habrá gente que no nos entienda esta afición, vicio, forma de comportarse, vida... que es la escritura.
ResponderEliminarUn buen camuflaje.
Abrazos.
Yo creo que la escritora, porque es una escritora la que se obstina en sentarse en la última fila, usa un boli y una libreta para cazarlas, como a las mariposas.
ResponderEliminarUn beso
No es un mal sitio, no, para alimentarse de historias.
ResponderEliminarUn abrazo Luisa.
Rosy
Somos un poquillo cotillas pero está muy muy justificado. O no???
ResponderEliminarGracias por la visita
Es cierto eso que dices, esos ancianos que lo que quieren un lugar desde donde controlar todo, quizás anhela la juventud, cuando en las excursiones la movida iba en la parte de atrás. Muchas veces, al frenar bruscamente el conductor, todos los pensamientos salen disparados hacía adelante. En fin, Luisa, que me haces pensar.
ResponderEliminarEs que mira que dan por saco (los escritores, digo, no los sufridos conductores de autobús). Yo, como soy apenas un proyecto de juntapalabras, me quedo aproximadamente a la mitad del vehículo.
ResponderEliminarAbrazos, siempre
Muy bueno Luisa. Siempre se hace todo por alguna razón, nos guste o no.
ResponderEliminarBesicos muchos.