“Hay sobradas razones como para pensar que puede ser más de lo que es ahora: el mejor jefe de
Negociado de todo el Ministerio de las Segundas Copias. Ha sido un ejercicio de
10. Siempre atento a los papeles que entran en el despacho para despejarlos
inmediatamente hacia otro buscando los huecos que el rígido procedimiento
proporciona”. Así hablaba de él su jefe, un hombre que envidiaba y respetaba a
partes iguales, el responsable del Área con mayor número de papeles tramitados
en el menor tiempo posible.
Y continuaba: “Se le exige que defienda bien, que
aporte dinamismo al despacho, que sea generoso y que deje que sus compañeros
también se luzcan, y lo hace, siendo la suma de todas estas cualidades lo que
hace que sea un central con condiciones únicas. Es rápido, tiene visión de
juego, se anticipa al movimiento de los funcionarios de otras secciones y, por
lo tanto, su mesa está siempre limpia. Además, como es aún es joven, tendremos
un funcionario ejemplar por trienios y trienios a coste cero”.
Gómez leía con evidente satisfacción el informe que
hablaba de sus actitudes y habilidades, esa segunda copia que supuestamente
tenía que tramitar y no leer nunca.
Recordó entonces los años en los que había tenido que
trabajar en un ingrato puesto de lateral, tiempo vacío en el que no había
sumado ninguna victoria pero en el que, leyendo informes injustos, había
aprendido bien, nadie sabía aún cuánto y de qué manera. Ahora, habiendo
simplificado y perfeccionado hasta el extremo su juego, era capaz de eliminar
los tiempos muertos y las conversaciones baldías, podía jugar poco y con
eficacia sólo donde y cuando su jefe lo pedía.
Centrado, maduro, experto, así se veía a sí mismo el
nuevo Gómez, aquel que tenía que empezar a buscar casa para irse a vivir con su
novia.
Un poco más tarde, en la segunda copia de otro informe
leyó: “Podrá jugar de jefe de Área en cuanto quiera y se lo proponga” y decidió
que pondría una zancadilla a su jefe y que picaría un poco más arriba.
Bien relatada la jungla del mundo laboral. Yo te piso, tú me pisas, nosotros nos pisamos para llegar cada vez más alto.
ResponderEliminarUn abrazo, Luisa.
Has jugado muy bien con el vocabulario futbolero, denotas sentido del humor y conocimiento sobre lo que escribes. Me he reído. Creo que mereces el ascenso.
ResponderEliminarLo cierto es no no sé nada nada de futbol, pero me he documentado.
ResponderEliminarEn cuanto a los pichichis, también llamados trepas, están en todas las profesiones.
Gracias por ascenso pero no sé.... hay una gentuza ahí arriba que da miedo.