24 de enero de 2014

El pichichi


“Hay sobradas razones como para pensar que puede ser más de lo que es ahora: el mejor jefe de Negociado de todo el Ministerio de las Segundas Copias. Ha sido un ejercicio de 10. Siempre atento a los papeles que entran en el despacho para despejarlos inmediatamente hacia otro buscando los huecos que el rígido procedimiento proporciona”. Así hablaba de él su jefe, un hombre que envidiaba y respetaba a partes iguales, el responsable del Área con mayor número de papeles tramitados en el menor tiempo posible.
Y continuaba: “Se le exige que defienda bien, que aporte dinamismo al despacho, que sea generoso y que deje que sus compañeros también se luzcan, y lo hace, siendo la suma de todas estas cualidades lo que hace que sea un central con condiciones únicas. Es rápido, tiene visión de juego, se anticipa al movimiento de los funcionarios de otras secciones y, por lo tanto, su mesa está siempre limpia. Además, como es aún es joven, tendremos un funcionario ejemplar por trienios y trienios a coste cero”.
Gómez leía con evidente satisfacción el informe que hablaba de sus actitudes y habilidades, esa segunda copia que supuestamente tenía que tramitar y no leer nunca.
Recordó entonces los años en los que había tenido que trabajar en un ingrato puesto de lateral, tiempo vacío en el que no había sumado ninguna victoria pero en el que, leyendo informes injustos, había aprendido bien, nadie sabía aún cuánto y de qué manera. Ahora, habiendo simplificado y perfeccionado hasta el extremo su juego, era capaz de eliminar los tiempos muertos y las conversaciones baldías, podía jugar poco y con eficacia sólo donde y cuando su jefe lo pedía.
Centrado, maduro, experto, así se veía a sí mismo el nuevo Gómez, aquel que tenía que empezar a buscar casa para irse a vivir con su novia.
Un poco más tarde, en la segunda copia de otro informe leyó: “Podrá jugar de jefe de Área en cuanto quiera y se lo proponga” y decidió que pondría una zancadilla a su jefe y que picaría un poco más arriba.

3 comentarios:

  1. Bien relatada la jungla del mundo laboral. Yo te piso, tú me pisas, nosotros nos pisamos para llegar cada vez más alto.
    Un abrazo, Luisa.

    ResponderEliminar
  2. Has jugado muy bien con el vocabulario futbolero, denotas sentido del humor y conocimiento sobre lo que escribes. Me he reído. Creo que mereces el ascenso.

    ResponderEliminar
  3. Lo cierto es no no sé nada nada de futbol, pero me he documentado.
    En cuanto a los pichichis, también llamados trepas, están en todas las profesiones.
    Gracias por ascenso pero no sé.... hay una gentuza ahí arriba que da miedo.

    ResponderEliminar