-Y así, tontamente,
acabé pegándome un tiro.
Ella se agachó incrédula sobre el
agujero que tenía en el pecho y yo sólo acerté a pedir que no se viese lo mal
que había cosido el lugar en el que había estado mi corazón.
-Te ha quedado muy bien –dijo
sonriendo.
Y cuando me miró, constaté que mi
corazón y su ausencia sufrían del mismo modo con su persistente indeferencia,
que el dolor seguía latiéndome en el centro del cuerpo y que sólo él marcaba el
ritmo de mi vida.
(como se puede ver
yo usé “acabé” y no “acabe” que era como tenía que empezar según las reglas
del concurso ReC)
Ese acento hizo mucho daño, creo que el concurso perdió una oportunidad de hacer un pequeño ejercicio de autocrítica que no le hubiera hecho ningún mal.
ResponderEliminarLástima que lo desecharan Luisa, a mi me gustó.
Abrazos.
Una vida marcada al compás del dolor. Interesante idea.
ResponderEliminarSaludos