Aferrado a su
flotador amarillo, abrazando el pato de goma, miraba hacia la playa sin poderse
creer que todos, absolutamente todos, se habían ido.
(con este nanorrelato logro
ser una de las finalistas, para el mes de enero, del Calendario Microcuentista
2016, una propuesta de la IM)
¡Extraordinario, Luisa!
ResponderEliminarMuchas gracias, Patricia. Nos seguiremos leyendo y escribiendo, mes a mes, gracias a propuestas como la de la IM.
ResponderEliminarMuy amable.
¡Enhorabuena!, Luisa. Un nano terrorífico, da escalofríos.
ResponderEliminarUn poco de pena sí que da el pequeñajo. Y la foto es tan bonita!.
ResponderEliminarPero, por lo que sea, recordé como me sentía cada vez que salía del agua, tan miope, y no encontraba la toalla de mi familia.
Me gustó, se siente el abandono.
ResponderEliminarPrecioso. Felicidades.
ResponderEliminarPrecioso. Felicidades.
ResponderEliminarPrecioso. Felicidades.
ResponderEliminarY contundente.
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