5 de febrero de 2015

Virus James





A Virus le jodía sobremanera entrar en el saloon haciendo que las puertas batieran como locas y lograr en el mejor de los casos una mirada despectiva o unas risas. Ser tan pequeño era una putada de las gordas, y eso que comparado con cualquiera de los suyos era grande, muy grande, inmenso.
Por eso no hacía demasiado tiempo había decidido que no volvería a entrar solo. Se apostaba en una esquina, esperaba tranquilamente y en cuanto aparecía un ser grandote y malencarado se subía a su chepa. Así que, cuando el idiota entraba en el bar, la hemorragia generalizaba estaba en su punto álgido y él sólo tenía que esperar cosa de un minuto a que se muriera. Después salía de su cuerpo, se estiraba ante los ojos de los atónitos parroquianos y, pequeñito o no, se bebía todo el whisky como una esponja mientras ellos se iban con el rabo entre las piernas y con cualquier estúpida excusa.
Justo después llegaba el premio, el verdadero premio, la razón por la que siempre volvía: su chica, esa que, con una sonrisa en los labios, ya se estaba inyectando el antídoto que había inventado un loco del espacio exterior y que la protegería de todas las guarradas que la hiciera.

(publicado en la Revista MiNatura nº 140, tema propuesto: “SPACE WESTERN”)

4 comentarios:

  1. La revista MiNatura publica relatos breves que hacen que las neuronas bailen en un torbellino de ideas fabulosas, tan imaginativas como esta que nos han contado. Felicidades por la publicación Luisa,
    y prometo no entrar en ningún saloon sin el antídoto,
    o hacerme, en su defecto, novia de Virus James. :)
    Un besazo.

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  2. Sí. Qué desparrame de fantasía! Felicidades por la publicación.
    Un beso enorme, Luisa.

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  3. Me falla el "guarradas", yo buscaría otro término. Por el resto un relato muy potente. Me ha gustado.

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