11 de mayo de 2016

Cambio de cabecilla



Salió del tugurio en el que había pasado la noche. El sol de lo que iba a ser una mañana de verano le dio en los ojos. Levantó la mano, como si quisiera que el día no le tocase, y evitó mirar el cielo donde las naves se hacían siempre más grandes. 
En su cuerpo aún llevaba impresa la huella de una noche intensa de alcohol y de drogas, de chicas complacientes y de maricones charlatanes, como El Largo que estaba pidiendo a gritos que alguien le diese un pinchazo en las tripas y le callase.
Comprendía los malos augurios y hasta los miedos de que hacía gala El Largo, pero él no podía permitirse el lujo de mostrarse débil aun cuando, como él, estuviese seguro de que a la Tierra estaban llegando los verdaderos putos amos.

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4 comentarios:

  1. No pienso dejarme atrapar por los putos amos, lo sepas ;)
    Un abrazo.

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  2. Se está poniendo la cosa muy tensa, hasta los más duros sucumben al miedo.

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  3. Hay que ofrecer resistencia, estoy de acuerdo.
    Por otro lado... qué tierno, hasta los malos tienen su corazóncito.
    Gracias, guapetones

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  4. Se necesita un líder para afrontar el final con la cabeza en alto...

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