1 de junio de 2016

Ciguayos



No voy a esperar a que lo entiendan. Un día dijeron en las noticias cuando llegarían las naves y al siguiente, tras una noche en vela hablando con mi mujer, presenté mi dimisión y dejé el ejército.
Las caras de mis colegas fueron un poema, me hubiese reído si hubiese tenido menos ganas de irme, de desaparecer, de empezar a hacer lo que llevaba una vida retrasando; pero no aguanté ni un segundo, ni sus caras de incredulidad, ni sus comentarios idiotas.
Me preocupé de dimitir, cuando simplemente podía haberme largado y dejar que me declarasen desertor; pero sé como funciona la mente de los militares, su extraña lógica.
No entienden, o no quieren entender, que si esas naves están ahí, en el cielo, cada vez más cerca, sólo puede querer decir que alguien ha descubierto América, que todos somos indígenas, que las bombas son flechas y que el mundo que hemos conocido es historia.

(¿sabes que estamos escribiendo una novela entre todos?, ¿quieres participar?; descubre cómo)

4 comentarios:

  1. La situación se está volviendo tensa. Qué intriga tan bien planteada. Besos

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  2. Lo planteas de forma excelente, aún sabiendo que tú estás del otro lado de América, podría decirse que del lado de donde vinieron las naves...Te cuento que acá las naves siguen llegando, a exprimirlo todo, tal vez de otros lados, pero no del espacio exterior.

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  3. Sí, parece que un final malo se avecina (ay!, qué el final ya le conocemos, jeje, qué tonta).
    Gracias, Hugo, por tu comentario desde el otro lado; te confirmo que, como ya supones, esas naves que ahora lo exprimen todo allí, también lo hacen aquí, que es un fenómeno global.
    Es decir, los que van a acabar con nosotros están entre nosotros.
    Gracias a todos!!!

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