Que la vida era una auténtica aventura nos lo
recordaba todas las noches la televisión; después rezábamos nuestras oraciones,
poníamos el despertador y al día siguiente, entre miedosos y emocionados,
hacíamos frente a lo que no queríamos de ningún modo ver como lo que realmente
era: una, otra más, miserable y raquítica vida.
Una aventura aburrida.
ResponderEliminarUn abrazo.
En efecto, es una vida aburrida porque aquel canal de televisión carecía de anuncios comerciales.
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