Se despertó sobresaltado, sentado ya en la cama, creyendo haber oído pasos en el salón. ¡Sí, estaba seguro, alguien había entrado en la casa!
Su respiración empezó a agitarse y el sudor…; pero ¿qué hacer? Nada más formularse esa pregunta supo que no podría volver a tumbarse en la cama y hacer como si no pasase nada.
En silencio, buscó el arma que tenía en la mesilla. ¿Qué podía haber fallado? Aterrorizado, viviendo un imposible, peinó cada rincón de la casa pero no encontró más que silencio y calma.
Volvió sobre sus pasos, al dormitorio, pero la sospecha ya había hecho presa en él: un susurro a su espalda, una cortina que se mueve, más pasos, gemidos, risas en sordina, un aliento frío junto a la oreja, el roce de una mano…
Días después los bomberos rompían su bunker haciendo saltar las alarmas. Lo encontraron en la cama con los ojos abiertos y helados, lo encontraron muerto de miedo dentro de su impenetrable casa.
El miedo es libre y por mucho que te encierres te atrapa si le dejas...
ResponderEliminarMe gustó mucho Luisa.
Besos desde el aire
Toda obsesión termina por convertirse en realidad de tanto fomentarla. La soledad, como la falta de razón, produce monstruos…
ResponderEliminarLuisa, Me ha gustado.
ResponderEliminarEl miedo está en nosotros, vive ahí, acampa a sus anchas. ¿Podemos ser humanos sin sentir miedo?. Cómo dice Rául, la soledad, la sinrazón generan alimañas. Tal vez ese búnker es una metáfora del individualismo, de la insolidaridad, de la soberbia...nada mejor que una mano amiga para luchra contra el miedo.
un abrazo
Es como la habitación del pánico, pero le mató su propio miedo, el mismo miedo fue el asesino. No es posible vivir con miedo a todas horas, porque te acaba pasando lo mismo que al protagonista. Qué miedo.
ResponderEliminarMiedo al miedo. Ésa es la peor de las pesadillas.
ResponderEliminarMuy bueno, Luisa.
Besos.
Muy bien contado Luisa. He sentido el miedo del protagonista a la misma vez que él. Un beso.
ResponderEliminarEl miedo comenzó a matarlo cuando lo obligó a construirse el bunker.
ResponderEliminarBesos, Luisa.
Todo viene de una noticia que leí: "Un hombre había muerto de miedo en un furgón congelador". Había hecho una apuesta: aguantar un noche en el furgón; y murió creyendo que se congelaba, cuando... el furgón estaba desenchufado.
ResponderEliminarY sin embargo yo tengo menos miedo a morir que a malvivir...
ResponderEliminarBuen trabajo, Luisa.
Qué buen comentario, Pedro. Me lo apunto.
ResponderEliminarEstoy con Pedro, ¡vaya que sí!. Vivir con miedo no es vivir. Y morir de la manera que lo hace tu protagonista es aterrador, como tu micro, Luisa.
ResponderEliminarBesitos
Un microrrelato con sabor a laberinto. Se ocultó del infierno, pero el infierno estaba dentro...
ResponderEliminarMuy aplicable este micro en los tiempos que corren.
ResponderEliminarAbrazos,
PABLO GONZ
Temer al miedo es temer a todo. Y todo no tiene escondite que valga.
ResponderEliminarEn una próxima microquedada me explicas como puedes mantener tal frenesí escribidor sin bajar la calidad. Por un momento creí que leía a Poe.
ResponderEliminarTe explico lo que quieras cuando te de la gana pero.... tu no estás bien, mira que creer que leías a Poe...
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