Harto de que le quitasen el mérito que creía
merecerse, el trapecio modificó levemente su vuelo e impidió que las manos de
aquel interesado saltimbanqui lo alcanzasen en ese estúpido triple salto mortal
de todas las tardes.
La verdad es que reclama sus derechos. Me ha gustado mucho, a veces no vemos la importancia o el valor que tienen ciertas personas o casas. Besicos muchos.
Oh, el trapecio se las trae... Si que estaba harto, sí.
ResponderEliminarOstras! Cuánta razón en mosquearse tiene ese trapecio... Yo, tampoco le había dado mucha importancia a su rítmico movimiento, hasta ahora...
ResponderEliminarUn original punto de vista, Luisa.
Abrazoooo
La verdad es que reclama sus derechos. Me ha gustado mucho, a veces no vemos la importancia o el valor que tienen ciertas personas o casas.
ResponderEliminarBesicos muchos.
Pa fiarse de los trapecios. Nunca me dieron confianza. Un beso. Siempre es un placer visitar tu blog.
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