Mira, aquí conseguimos estar
todos juntos, incluso la tía Casandra que se negaba siempre alegando que no era
nada fotogénica. Sin embargo, sí, en ésta sí que está. No recuerdo cómo o quién
consiguió convencerla; ahora que lo pienso, es posible que alguien le
prometiese unas cuantas misas y cumpliese su promesa, porque no recuerdo
haberla vuelto a ver desde ese día. Sí, también por eso la fotografía es tan
especial, única. Lo cierto es que a la tía la cámara de fotos nunca la quiso,
ni cuando estaba viva ni cuando muerta; es curioso, ¿verdad?, pero tampoco
resultó ser una ventaja que fuese traslúcida.
Huidizo fantasma el de la tía. Y la cámara que no la quería al final la quiso un poquito.
ResponderEliminarAbrazos terrenales.
Ha sido fotogenica desde el más allá.. libre y sin represiones... me gusta.
ResponderEliminar¡Qué buena descripción! Esa tía Casandra debió ser de aupa en vida. Pero bueno, alguna vez tenía wue quererla la cámara.
ResponderEliminarQue buenos relatos nos cuentas Luísa!!
Besicos muchos.
¡Pues sí que me ha gustado!
ResponderEliminarEnhorabuena.
http://relatossincontrato.blogspot.com.es/
Es de las mías.
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