A un lado del cristal el hombre,
malencarado y taciturno, miró con desprecio a la que vieja que aún pretendía
ser llamada madre, pero que sólo era la infeliz que no había tenido los huevos
de plantarle cara al cabrón con el que se acostaba y que él había matado, no
hacía tanto, para hacer la justicia que se merecía el niño dulce y sonriente
que había sido y que era, maldita sea, lo único bueno en su asquerosa vida.
Por su parte, al otro lado de la superficie
transparente y dura, la mujer, cansada y llorosa, miró al hombre en que se
había convertido su hijo, un infeliz demasiado parecido a aquel hombre que les
había arruinado la vida, el cabrón que había muerto a manos del niño dulce y
sonriente que aún ella veía, el mismo que se había mordido las lágrimas,
maldita sea, para hacer lo que había hecho, quizás lo único realmente bueno en
su asquerosa vida.
Luisa, un cara a cara bastante cruento, como debe ser la vida en una cada donde diablo reparte odio de esta forma. Al final la imitación, por desgracia, es recurrente en los niños que han sido testigos mudos de la violencia.
ResponderEliminar¡Buen trabajo!
Abrazos.
Buena limpiadita de mundo.
ResponderEliminarBRAVO,Luisa.
Qué micro más duro y bueno al mismo tiempo Luisa. Felicidades.
ResponderEliminarBesicos muchos.
Maldita sea, qué bien albergas la carga de una herencia adquirida.
ResponderEliminarBuen micro, Luisa.
Besotes