Mucho
me temo que vienen a rescatarme otra vez. Primero fue salvarme de los golpes de
mi padre que empezaron a cambiarme por dentro, después sacarme de la secta
donde supe que mi mente ya para siempre necesitaría órdenes y hoy, ahora, que
me siento persona porque sus ojos se han posado en mí después de decirme cien
veces qué he de hacer y cómo, hoy que me he decidido a insultarle, a gritarle y
atarle como él hizo conmigo antes, hoy que me ha sonreído, llegan ellos sin que
nadie les haya pedido nada.
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