Un día se
descubrió en este extraño mundo vistiendo un increíble traje espacial y
moviéndose a una velocidad más o menos constante de 365 días por año.
A
medida que el tiempo fue pasando, la finísima escafandra de piel se adaptó a su
tamaño y forma variables, asumiendo un número indeterminado de pequeños cambios
que lo habían mantenido con vida. Sin embargo, hace algunos años, justo cuando
empezó a pensar que la velocidad era demasiado rápida como para disfrutar del
viaje como éste se merecía, el traje había empezado a dar muestras de
deterioro.
Hoy,
casi una vida terrestre después, cuando cada día siente más cerca el final, se
pregunta: “¿He aprovechado bien el tiempo, estoy seguro de haber vivido con la
intensidad que se merece una experiencia como es ésta, fascinante y única?”.
Carpe Diem y larga vida al traje.
ResponderEliminarBuen micro, besotes.
Bien dicho. Brindo por eso.
ResponderEliminarY buen finde
Luisa, nunca es fácil certificar si aprovechamos bien el tiempo o no, por desgracia, para muchos, nos lamentamos cuando ya no hay vuelta atrás para recuperar ese tiempo.
ResponderEliminarUn microrrelato que da qué pensar.
Abrazos.