La campana viene sonando todos los
días desde hace dos semanas. De modo que, cuando cae el sol, los vecinos nos
reunimos para seguir con las deliberaciones y las decisiones tomadas por
mayoría. Viéndonos cualquiera podría pensar que tenemos al pueblo, a las
tierras y a los animales, desatendidos y sin directrices; pero lo cierto es que
el verano pasa sobre nuestras casas tan sin noticias y sin problemas como ha
pasado siempre. De momento hemos decidido mantener la educación y la
compostura; comprendemos que al Hortensio, con la muerte de su mujer, la casa
se le cae encima y el concejo viene a suplir su acuciante necesidad de
consuelo, conversación, apoyo y ayuda.
No obstante el viernes pasado, por
la mañana, en una era que queda lejos de las que él transita, nos volvimos a
reunir. Decidimos que, si pasado el verano, no acababa por sentirse menos solo
y más dueño de su casa y de su vida, no haríamos chistes ni veríamos con malos
ojos que la buena de Delia, que se ofreció voluntaria, tomase la iniciativa y
se hiciera cargo de él de la mejor forma que pueda.
(microrrelato
finalista en el III Concurso de Leonardo Barriada, publicado en la web de la Asociación
Félix de Martino, en donde
encontrarás los textos ganadores)
Enhorabuena. Un placer compartir reconocimiento con grandes como tú.
ResponderEliminarLo mismo digo.
ResponderEliminarFelicidades, Luisa. ¡Qué generosidad la de Delia y los demás! Me ha encantado.
ResponderEliminar¡Jajaja! ¡Qué buen relato!
ResponderEliminarUn saludo Luisa
Hala, enhorabuena. Creo que no me enteré de que tú estuvieras. Es un gran micro. Yo no pasé. Bueno sí, sin pena ni gloria. Por cierto, qué curioso, la prota de mi último relato también se llama Delia. Sólo conocía a una Delia que es amiga de escrituras.
ResponderEliminarOtro.