6 de octubre de 2017

Cita a ciegas

“Necesito ropa”, esas eran las dos palabras que rebotaban sin cesar entre sus sienes, que resumían su obsesión y que justificaban, según él creía, que estuviese robando las maletas a aquella elegante mujer en el abarrotado aeropuerto.
Venía observándola con disimulo desde hacía algunos minutos y había decidido que su ropa era la adecuada para incorporar a su ya extenso ropero, que sería una digna compañía de los trajes chaqueta que desde hacía meses esperaban en el armario, cuidadosamente colgados. Aún recordaba aquel hombre de negocios de cuyo equipaje se apropió. Aquel hombre y esta mujer hacían buena pareja y él no podía resistir la tentación de, aunque solo fuese con sus ropas, emparejarlos.

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