Desde que tengo turno de noche no coincidimos en casa, hace años que no nos vemos pero nunca me preocupé por nuestra relación. Nos hemos comunicado siempre: mensajes, cartas, regalos, sorpresas. Recuerdo haber seguido un rastro de papelitos por la casa y meterme en la cama solo pero feliz. Me acuerdo de nuestras peleas, de nuestras reconciliaciones y también, del modo en que ella ha luchado siempre para que no cayésemos en la rutina.
Sin embargo, desde hace un tiempo, sus notas son informativas, telegráficas, sosas, frías y lo que es peor, están escritas siempre con la misma letra.
(microrrelato presentado a Relatos en Cadena)
Muy bueno tu micro, Luisa. Lo de las cartas escritas siempre con la misma letra es precioso, muy poético.
ResponderEliminarHemos coincidido en la temática partiendo de la misma frase. Yo también concursé pero no hubo suerte. Aunque yo sigo disfrutando como una enana con el simple hecho de probar.
Saludos
Escribimos porque nos gusta escribir, Sara. Concursamos porque nos gusta escribir.
ResponderEliminarSeguiremos coincidiendo en los concursos y sólo podrá ser un placer porque estaremos escribiendo.
Gracias por la visita.
Luisa, iba sobre aviso después del comentario que dejaste en mi blog. Este micro es muy triste. A mi, más que la infidelidad, veo la muerte del amor.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho lo de los mensajitos antes de acostarse, me imagino la escena y sonrío.
Me gustó.
Beso.
Luisa, buen intento este, tanto para el concurso como para romper la monotonía de una relación, aunque al final tampoco se haya podido salvar de al rutina y el desamor. Un abrazo.
ResponderEliminarPrecioso micro, ganar o no, lo de menos, en este caso lo importante es participar!
ResponderEliminarAbrazos
Contraataco...
ResponderEliminarContra natura:
«Si algo he aprendido en la vida es a no perder el tiempo intentando cambiar el modo de ser del prójimo» (Carmen Martín Gaite).
-Desde que tengo turno de noche apenas coincidimos en casa…, y casi lo prefiero así. ¡Con tal de no discutir con ella…!
La psicóloga interrumpió la alocución de su cliente, para reconducir la conversación hacia una reflexión más productiva.
-Deberíamos identificar qué es lo que le molesta a su mujer para así poder eliminarlo de su conducta.
El paciente, tras la sorpresa inicial, bajó apesadumbrado la cabeza y continuó su particular desahogo ya sólo para sí:
-«Que si ronco mucho», «que si lo dejo todo lleno de pelos...» Y, claro, los días de luna llena que «por qué no me voy a aullar a otra parte» ¿Y qué culpa tengo yo de ser un hombre-lobo?
La rutina es muy contagiosa.
ResponderEliminarVaya despliegue de comentarios. Gracias!!
ResponderEliminarLo cierto es que a mi los intentos me valen. No pensé que se me ocurriría nada y ...algo salió, ¿no? Perfecto, entonces.
Y tu David, contraataca todo lo que quieras, pero concursa en ReC o donde quieras, ya, si es que no lo haces.
Qué buen micro Luisa! La rutina es implacable. Me encantó!
ResponderEliminarSabes que paso siempre aunque poco comente. Me admira tu producción mujer! Te felicito.
Saludos!
Sé que pasas Claudia y el que no comentes, sólo implica que te eche un poquito de menos. Se me pasa cuando te leo.
ResponderEliminarEscribe, escribe.
Muy bueno ese final con la misma letra.
ResponderEliminarBesos, mil.