El intenso calor la acosaba. Las llamas empezaban a lamer su cuerpo. Y más allá, entre el humo, aún podía ver las miradas llenas de miedo de aquellos que la habían declarado culpable de brujería, a los que atemorizaban su pelo rojo, su rebeldía y su descaro.
Eligió a una mujer que como todas era pálida, vulgar y transparente, ésa que movía los labios como si rezase y hacía resbalar sus dedos nerviosos por un rosario desgastado.
La bruja logró que las yemas de sus dedos rozasen los amuletos que aún escondía entre la ropa, comenzó a susurrar extrañas palabras y, para cuando concluyó el conjuro, la mujer de pelo rojo era una más entre las personas del pueblo, tan vulgar y transparente como ellas aunque sus labios permaneciesen sellados y no rezasen. Tuvo que admitir entonces que, gracias a la belleza hipnotizadora del fuego y a los gritos desgarradores de la desgraciada por la que se había cambiado, el espectáculo no defraudó a nadie.
Guauuuu, me encanta!!!
ResponderEliminarLa historia me parece fascinante y el ritmo buenísimo.
Un beso
Muy buena la jugada de colocar una bruja pelirroja en la hoguera. Muy visual.
ResponderEliminarHola bello blog,preciosas entradas,si te gusta la palabra en el tiempo, la poesía, te invito al mio,será un placer,es,
ResponderEliminarhttp://ligerodeequipaje1875.blogspot.com/
gracias, buen martes, besos encantados..
Impresionante cuento. Genial y con un final efectivo...
ResponderEliminarSaludos...
Me alegro que os haya gustado la historia de brujas, en este caso, brujas de verdad y no mujeres que sólo tenían el pelo rojo.
ResponderEliminarEste me ha gustado mucho, muchísimo.
ResponderEliminarBesos, Luisa.