-Déjame que te lo explique, me taparé la cara si
quieres pero escucha lo que tengo que decirte. Como bien sabes soy amigo de
vestir adecuadamente en todo momento y mi interés y pundonor han llegado tan
lejos que, no sin esfuerzo, he logrado una buena colección de narices que me
pongo o quito según las circunstancias o la ocasión. Así, la nariz chata suelo
ponérmela cuando puedo permitirme una cierta falta de madurez, algo así como un
descanso o unas breves vacaciones en las múltiples obligaciones que he de
asumir; si no recuerdo mal, cuando nos conocimos era la nariz que llevaba,
quizás por eso te gustaron mis bromas y mis chistes. Tengo otra, la carnosa,
con la que aparezco cuando quiero dar una imagen de persona generosa, solidaria
y sensible, es la mejor para las cenas benéficas; me consta que te gustó
encontrarme en una de esas fiestas, que eso contribuyó a mejorar la imagen que
ya tenías de mí pero… te confieso ahora que nunca jamás he donado un euro a
ninguna causa, soy algo tacaño, ya ves. Tengo otra nariz que tú no me has
visto, la aguileña, ideal para hacer negocios y con la que adquiero, créeme,
una especie de mentalidad empresarial a la que he sacado buen partido. Poseo
una nariz pequeña y respingona, con la que parezco más atractivo de lo que
realmente soy pero que he usado con cuidado, sobre todo contigo, porque no
quería que llegase a ser una prueba clara de la falta de madurez física y
espiritual que tanto quiero ocultar y detestas. Dispongo también de una nariz
romana, de otra griega, de una nariz de halcón pero… cuando supe que por fin
hoy lograría tenerte toda para mí, decidí traer esta nariz que has visto, mi
nariz superlativa, bulbosa y de ventanas grandes para… olerte mejor. Por eso
quise que las luces estuvieran apagadas, para que no te asustases como lo has
hecho, para evitar tu grito y tu certero manotazo, mi amor, ése con el que me
la has arrancado de la cara.
(microrrelato
escrito para la convocatoria hecha por La Esfera Cultural:
“Con un par de narices” y que no ha sido seleccionado)
En la variedad está el gusto, o mejor dicho el olfato...
ResponderEliminarMe ha gustado, te ha pasado como a mi "Bajo par" qué no llegó a la selección, otra vez será...
Besicos, amiga.
Luisa, al ver tu relato me extrañó, pues creí haber leído todos los relatos de los amigo. Por lo que veo, no fue seleccionado para el libro. Ellas convocan, ellos seleccionan, sea.
ResponderEliminarTu relato es un buen ejercicio de perfiles asociados a la geometría narizuda, has sabido asociar características de personalidad al formato. Presentas un personaje caradura, veleta. Me gusta la metáfora, pues al margen de que una nariz no se pueda intercambiar, si se puede ser tan vil para adoptar posturas en función de tu único interés. Bravo por la bofetada final.
Nos leemos.
naricitas engañadoras..digo conquistadoras
ResponderEliminarsaludos
tan original como disparatado. Muy bien aprovechado el tema central y mejor logrado el texto
ResponderEliminarun saludo, demás está decirte que me gustó muchisimo
un saludo
Lo cierto es que me documenté un poco para escribir esto. Se supone que tener una nariz u otra aporta determinades actitudes/habilidades/ caracter; de modo que decidí... hacerlas de quita y pon y esperé a ver qué pasaba.
ResponderEliminarGracias por la visita, por los comentarios, Luisa.
No habrá sido seleccionado, pero a mi me gustó.
ResponderEliminarHe ido leyendo todos los que he encontrado de los amigos y blogueros conocidos, no ví el tuyo, ¿lo publicaron?
ResponderEliminarLa verdad, es que me sorprende, me gusta mucho y está muy bien escrito. Me encanta esa bofetada final.
Besitos
Te lo selecciono yo: hala, seleccionado. Me engancha, me ha hecho reir y está muy bien escrito. Estos son mis criterios. No entiendo muy bien... De hecho, hasta esta ocasión, creo que fue con Fernando, no me enteré que podían no seleccionar un relato en La Esfera. Me quedé muerto.
ResponderEliminarUn abrazo, Luisa.