El almacén estaba oscuro. Eva, por
un momento, pensó que no quería entrar, que habría cucas
por todas partes, pero enseguida el que empezaba a ser su detective preferido
dio con el interruptor de la luz.
-Entonces estamos buscando un
espejo, ¿no es eso? –quiso confirmar G.
-Sí, así es, pero no sabemos mucho
de él. Lo que nos dice el cuento, que puede hablar, y que quizás tenga un marco
de madera, si el carpintero cumplió con el encargo.
-Iremos con cuidado, no vayamos a escogorciarnos.
Sin tocar nada, evitando dejar huellas, empezaron a moverse por el caótico almacén hasta que… :
Sin tocar nada, evitando dejar huellas, empezaron a moverse por el caótico almacén hasta que… :
-¡Mira qué cosa más linda! ¡Ole y
ole!
El objeto del que había salido
comentario tan flamenco estaba casi completamente oculto detrás de otros paquetes
y bultos y era, como no podía ser de otro modo, el espejo.
***
No me puedo yo creer que una mujer tenga un espejo así de psicólogo y lo arrincone oculto a un almacén...A no ser que el espejo fuera siempre sincero y no se reprimiera los espantos con las recien levantadas.
ResponderEliminarMuy simpático.
Saludos
Tus palabros quedan cada vez mejor en la historia de detectives. Un beso.
ResponderEliminarY seguimos con la aventura y con los palabros.
ResponderEliminarBesitos
Jajajaj me encanta como incluyes las palabritas en la historia.
ResponderEliminarBesos desde el aire