El chaval encendió la televisión, vio a un militar en
un ataúd y se acordó inmediatamente de la Cenicienta.
Después, mientras él jugaba, durante horas, muchas
personas desfilaron en silencio frente aquel señor, todas parecían muy tristes,
algunas hasta llorando un poco, pero él se dio cuenta de que ninguna se acercó
para besarlo de modo que… o no conocían el cuento o sencillamente no le
querían.
Qué buen relato Luisa. Habilmente unes un hecho histórico con la sencilla mirada de un niño sumergido en su mundo de fantasía y en su lógica inocente.
ResponderEliminarMe ha encantado!
La mirada inocente y lógica de un niño. La supiste reflejar en este micro.
ResponderEliminarUn saludo indio
Mitakuye oyasin
Luisa, lógica aplastante, sí señora. Que nos viene a indicar que los niños, o nosotros cuando lo éramos, somos más inteligentes que los adultos.
ResponderEliminarAbrazos.
Qué insolidarios los de ese pueblo con lo fácil que era plantarle un pico al difunto y resucitarlo.
ResponderEliminarLógica aplastante. Es lo que tiene la infancia: para cualquier acción existe un porqué.
ResponderEliminarME GUSTA.
Un abrazoooo
Como los niños no hay nadie para percibir la verdad, aunque no sepan definirla. -felicidades Luisa, muy bueno tu micro.
ResponderEliminarBesicos muchos.
Que finura de ironía. Fantástico el tono que logras.
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