7 de abril de 2014

Contabilidad

        Se conocieron en diciembre, entre cifras, facturas y recibos, cerrando un intrincado ejercicio contable.      
Desde el primer momento, a él le resultaron atractivas las marquitas de color rojo que ella mecánicamente hacia junto a cada número; en cuanto a ella, alguien dijo haberla oído comentar lo extremadamente ordenado y preciso que era él.
         Estaban hechos el uno para el otro y, aunque el amor poco tiene que ver con los números, durante el tiempo que duró su noviazgo ellos disfrutaron midiendo el valor de un beso o de una caricia, poniendo orden en la contabilidad de sus te quieros, o acomodando el deseo de estar juntos a cuadernos llenos de cifras.
            Se casaron.
Durante el día llevaban las cuentas de las empresas para las que trabajaban, pero por la noche se sumergían en las hojas de cálculo en las que tomaban nota de su amor. Y cada fin de año, con las uvas, archivaban juntos el papeleo del ejercicio anterior y rotulaban, con la misma ilusión de un niño, cuadernos y ficheros informáticos con los cuatro números del año que empezaba.
Hasta que llegó aquel diciembre, ése en el que él tenía tanto trabajo. Fue entonces cuando ella encontró que algunas cuentas no cuadraban, que él había hecho ingresos que ella no había recibido, que había gastos de los que era imposible encontrar factura. Con los ojos llenos de lágrimas, buscó en las anteriores contabilidades hasta dar con las pruebas que justificaban su sospecha: él había sido muy hábil, hacía años que llevaba dos contabilidades y ella, ella era poco más que otro activo, un activo cada día con menor valor.         

(Según define el Marco conceptual del Plan General de Contabilidad español, los activos son los bienes, derechos y otros recursos controlados económicamente por la empresa, resultantes de sucesos pasados de los que se espera obtener beneficios o rendimientos económicos en el futuro.)

6 comentarios:

  1. Luisa, has estado muy habilidosa y original al comparar la contabilidad con el amor.

    Antes del engaño, el microrrelato me estaba recordando a la historia de la Tregua de Mario Benedetti, donde allí también surge el amor entre contabilidades.

    Me gustó tu puesta en práctica.

    Abrazos.

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  2. Es un ejercicio raro en mi. No se nada de contabilidad, y menos aún aplicada al amor; pero el experimento había que hacerlo y ver que pasaba.

    Gracias, Nicolas.

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  3. Me gusta mucho el juego que has establecido Luisa, muy hábil, muy bien llevado.

    Abrazos.

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  4. Aplaudo la idea de esta comparación que en sí misma es de una crudeza lapidaria pero que además desarrollaste con maestría (lo único lamentable es que estas cosas también pasan en la vida)
    De ahora en más me confieso una fiel seguidora.
    Saludos

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  5. Demoledor y con una construcción muy compleja que no emborrona nada la comprensión. Mi admiración.

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