El pequeño se despertó y recordó el cuento que le habían contado antes de ir a dormirse. “Fue un niño quien tuvo el valor de decir que el emperador iba desnudo”, le había dicho su padre. Después, recordó que aquella mañana iba a ir a su primer desfile y saltó de la cama, nervioso.
No mucho más tarde salía de casa, cogido de la mano de sus padres, rubios y con los ojos azules como él.
-¿Dónde está el Führer, papá?
-En el estrado, en el centro.
Y el niño vio un hombre pequeño, moreno, con un bigote ridículo, que no era como ellos y que parecía… un judío.
Quiso durante un momento hacerles ver a todos cual era la realidad, quiso ser como el niño del cuento; pero descubrió que no era tan valiente. Tras dudar apenas un momento, unió su voz a la de la multitud que le rodeaba y empezó a sentir una mezcla extraña de vergüenza y miedo de la que ya nunca lograría librarse.
Qué bueno Luisa. Es lo que debieron pensar miles de alemanes, todos callaron. La valentía es un tesoro escaso. Un beso. (Estoy despistada creí que tocaba micro ecologista. No me daba cuenta de que es jueves).
ResponderEliminarMuy bien, Luisa.
ResponderEliminarEs admirable cómo le sacas punta a la paradoja de la historia -triste, deleznable- del pueblo aleman.
Vaya mi reconocimiento a tu talento.
Un abrazo.
Bueno; esa mezcla de vergüenza y miedo debe ser algo que siente como privado pero que seguramente comparte con la masa que le rodea. Por un momento veía el final de la historia con un grito del niño que para el tiempo a su alrededor mientras todos enmudecen ante la opinión general vertida de sus labios. Me hubiera gustado. :)
ResponderEliminarLos niños suelen decir lo que piensan, los rubicundos alemanes deben ser educados desde pequeños para que no sea así, por eso tu pequeño no alza esa voz que, como a Montse, me hubiera gustado oír.
ResponderEliminarUn abrazo
Buenísima analogía con el cuento, me ha encantado, el niño a través del relato nos dice todo, aunque no se haya atrevido a decirlo en voz alta, nos ha hecho partícipes a los lectores, quienes ahora tenemos la obligación de alzar la voz, aunque a veces sentimos el mismo miedo que ese niño.
ResponderEliminar¿Qué pasó en Alemania, cómo fue posible, eran los discursos del pequeño hombre tan embriagadores que nadie veía lo que tenía delante? Es algo que no he entendido nunca. Nadie parecía más judío que el propio Führer.
ResponderEliminarY otras cosas que han pasado, que pasan y que seguirán pasando.
Solo puedo entenderlo desde el punto de vista del miedo, de la cobardía; lamentablemente el niño del micro ya ha sido abducido por el mundo de los adultos, no es como el niño del cuento infantil
Muchas gracias por pasaros, por opinar, en este caso, mucho más. Por el tema, por las implicaciones, por....
Me ha gustado, y creo que por primera vez voy a atreverme a hacer una crítica. A mí me funcionaría mejor si eliminases eso de "rubios y con los ojos azules como él." Me parece que anticipa demasiado y que no es necesario con el posterior "pequeño, moreno, con un bigote ridículo, que no era como ellos." O en todo caso meterlo ahi: "que no era como ellos, rubios y con los ojos azules, y que parecía..." Evidentemente, es sólo una opinión personal, hoy me ha dado por ahí. Pero vamos, que muy bueno.
ResponderEliminarPues no sé por qué no criticas mas, lo haces bien y tienes razón además.
ResponderEliminarGracias, en cualquier caso.
Luisa, ojalá ese niño hubiese sido valiente o cualquiera, y hubiese desmontado esa terrible lacra que fue el nazismo. Barbarie de la que deberíamos aprender para no repetirla.
ResponderEliminarEl relato yo lo encuadraría como un cuento, por su ritmo, su ambiente y su moraleja,
Me gustó mucho, un abrazo.
Impactante Luisa. Enhorabuena.
ResponderEliminarBesos desde el aire
Admirable, Luisa, la manera como has encajado el cuento con la triste realidad que supuso el nazismo. Realmente admirable.
ResponderEliminarBesitos
El miedo en masa puede hacer verdaderas barrabasadas. A la historia me remito. Muy bien plasmado.
ResponderEliminarAbrazos sin temor.
Este micro es genial. Se mezcla el cuento con la historia real de manera magistral.
ResponderEliminarEs de los mejores que te he leído.
Un saludo.
Tu relato muestra claramente el temor. Era un niño y no se atrevió a decir la verdad. Los adultos actuaron igual que en el cuento. Tu micro me ha llevado al final de "la lenguas de las mariposas", de Manuel Rivas.
ResponderEliminarMuy bueno, Luisa. La potencia de la historia lo impregna todo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo,
PABLO GONZ