Mientras la enfermedad de mi madre nos tuvo presas en casa, los días siempre iguales nos encontraron a ella, llenando nuestro espacio de oraciones y gemidos, y a mí, mirando por la ventana y siendo testigo de la felicidad ajena.
Hasta que llegó el momento en el que aire sólo tenía silencio y yo, una libertad por llenar.
Fue entonces cuando miré hacia el espacio cerrado en el que había transcurrido mi vida. El diseño de la casa era antiguo, eso era cierto, pero lo peor eran aquellos muebles, viejos y pesados, impregnados de la vida de personas que no estaban allí; mis dedos empezaron a recorrerlos, a inspeccionarlos, mientras en mi mente empezaba a crecer la decisión de desprenderme de ellos o, en el mejor de los casos, de vaciarlos. Fue una de aquellas tardes cuando descubrí una colección de artes decorativas y, entre sus hojas, las notas y dibujos hechos por mi madre sugiriéndome pequeñas ideas o grandes cambios. No tardé mucho en decidirme: recogería el guante que ella me lanzaba desde aquellas hojas y empezaría por cambiar el decorado de la casa para después, poco a poco, seguir viviendo mi vida.
(microrrelato escrito para el I Certamen de microrrelatos del Museo Nacional de Artes Decorativas, MNAD, pero se presentó Lola y nos ganó a todos con este micro)
(microrrelato escrito para el I Certamen de microrrelatos del Museo Nacional de Artes Decorativas, MNAD, pero se presentó Lola y nos ganó a todos con este micro)
Luisa, es que esta Lola, es una "egoísta" con mucho arte, ya la conoces. Yo también me presenté a este concurso, no tan bien como tú, ni claro como la admirada Lola.
ResponderEliminarMe ha gustado el ambiente que has recreado, pues tengo la misma angustia que el personaje.
Un abrazo.
Es un micro muy bonito, independientemente de que el de Lola ganase.
ResponderEliminarYo no me enteré de la convocatoria de ese certamen, a ver si me espabilo!!
Un abrazo
Aún no he leído el de Lola, pero tu micro me parece exquisito Luisa.
ResponderEliminarEs directo, sin dobleces, sin fisuras, sin trampas. Es triste, también, triste con contundencia. Nos lleva a pensar en cómo vivimos nuestras vidas.
Un abrazo.
Hola!
ResponderEliminarMe encanta este microrelato! Con poco transmite muchisimo! Yo participo en motor.
Saludos,
Ricard
Me gusta la imagen de recoger el guante de la madre y después seguir con su vida. Enhorabuena Luisa, por escribir así.
ResponderEliminarBesos desde el aire
Seguir con la vida cuando una vida se termina; sin dudas que eso es recoger un guante al destino, buscar las claves para continuar,,,
ResponderEliminarrevisar las viejas palabras es una buena manera, puede que lo sea.
Me gustó mucho el micro, ahora voy a leer el ganador.
Un abrazo.
Precioso micro Luisa, enseguida leeré el ganador, pero este me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn abrazo
Precioso y vital tu micro, Luisa. Un digna rival del de Lola.
ResponderEliminarBesitos
Madre mía, qué de concursos... Me parece genial el título, en plural, la de fuera y la de dentro. Muy bueno.
ResponderEliminarAbrazos, Luisa.
Me gusta la forma de decir que la madre la espichó (jeje): el aire solo tenía silencio. También esa frase de muebles impregnados de la vida...
ResponderEliminarNos leemos, Luisa.
Buen micro, Luisa. Lleno de añoranza, de cosas que en un principio parece que pesan, pero que al final merecen la pena ser rescatadas.
ResponderEliminarAbrazos, muchos.