El concejal
había tenido un mal día pero lo peor estaba esperándole en casa. En cuanto
entró en uno de los chalets de su propiedad y vio a su mujer llorando, deseó
haberse ido a cualquier otro donde estaba seguro de que no le recibirían con
caras largas.
-¿Qué pasa,
Cuqui? ¿Se puede saber por qué lloras? –preguntó, intentado que no se notase en
sus palabras el terrible cansancio que le producían aquellos estúpidos dramas
familiares.
-Es tu hijo.
¡Ay, qué disgusto, con la buena educación que le hemos dado!
-Pero… ¿qué
pasa?
-Que dice que
quiere hacer un master, que quiere estudiar y formarse, que no quiere ser como
tú. ¿Me escuchas? Que quiere ser uno de ésos que ahora están por la calle,
¿cómo los llamáis?
-¿Perroflautas?
El concejal
supo que había dado en el blanco viendo cómo se redoblaban los llantos, y recordó
que al salir del ayuntamiento había creído ver, entre los manifestantes, una
cara que le sonaba.
(microrrelato
indignado)
Me gusta. "llámame escueto..."
ResponderEliminarOjalá les salieran hijos perroflautas a todos los que son como él. La revolución en casa. Me gusta.
ResponderEliminarUn saludo indignado.
Mi deseo es que la ficción supere a la realidad.
ResponderEliminarAlguno habrá ¿No?...
ResponderEliminarBesos indignados desde el aire
Tu texto apunta a una realidad, lo mejor de lo que está ocurriendo, y esa realidad es que los jóvenes se están moviendo en su mayoría y no piensan conformarse. Y ojalá en más de un caso ocurriera como en tu microrrelato.
ResponderEliminarAbrazo
La de antes soy yo Rosana, sorry que me lío ya con las formas de entrar.
ResponderEliminarLuisa, mi ovación más rendida a este micro que presenta esa realidad que está ahí fuera de una forma clara. En casi todos los consistorios de España ha habido algún episodio de corrupción, y los que no se saben.
ResponderEliminar¡Qué pena!
Besos.
Los jóvenes tienen que movilizarse si quieren que quede algo más que migajas. Muy bueno, Luisa. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Genial, amiga Luisa!
ResponderEliminarConcejales con chalets hay por todos sitios, hijos perroflautas, también.
Has conseguido con tu relato una realidad que nos es muy cercana...
Besicos,amiga. Un placer verte por mi ventana.
Eso, eso, que los jóvenes comiencen a movilizarse. Ojalá.
ResponderEliminarUn beso, Luisa.
En sus manos está, pero no sé yo si están bastante dispuestos.
ResponderEliminarUn abrazo Luis
Que esté tranquila, que siendo hijo de quien es, volverá al redil de los escogidos...
ResponderEliminarAbrazos, Luisa.
Pobrecitos padres, con un poco de mala suerte a su niño le pegan un susto o le arrestan o lo que sea y entiende en carne propia que es mejor vivir de las rentas. Mal no parece que le vaya a ir, se oponga de entrada o no.
ResponderEliminarSi el hijo del concejal no espera hacer carrera en la política ...en Argentina pensaríamos que aún queda una esperanza!!!!
ResponderEliminarPero no.
Acá el hijo del político quiere ser político. Y seguro se le cumple.
Abrazo indignado
Mira que me ha gustado, pero mira también que me cuesta imaginar un hijo de "estos" convertido en perroflauta, si eso de se político creo que es una cosa que llevan en los genes.
ResponderEliminarBesitos
La tristeza del tema es que con "la buena educación" recibida esto no sería muy posible. De todas formas, nos educan nuestros padres, el colegio, los medios de comunicación, las religiones....
ResponderEliminarBesos, Luisa.
Me gusta. Y sí, claro que sí, los hijos no heredan las culpas de los padres. Y la adolescencia es el momento de la rebeldía, luego cuando lleguen a la treintena las cosas pueden cambiar. Muy buena imagen de la realidad.
ResponderEliminarAbrazos indignados