La convivencia había sido larga y, con excesiva
frecuencia, nada fácil. Un día descubrió en él la primera arruga, una minúscula
pata de gallo; y tras esa muestra de dejadez y renuncia, se había propuesto
dejar de mirarlo.
Así, durante años, estuvieron vigilándose de reojo,
evitándose, esquivándose, hasta que el tiempo surtió su efecto y aquel pliegue
en la piel quedó olvidado. Ese día levantó el rostro hacia el espejo y buscó en
él a su eterno y silencioso acompañante. La vida había dejado huellas en su
rostro; parecía cansado; pero su reflejo le sonreía y su gesto era amable.
(microrrelato
felizmente incluido en la antología Destellos
en el cristal. Antología de microrrelatos sobre espejos, realizada por la Internacional
Microcuentista, espero que la leáis y la disfrutéis como yo
lo he hecho)
El espejo es ese amigo inseparable que no sabemos si amar u odiar por su sinceridad. Me ha gustado tu microrrelatos, como muchos de la antología que nos muestras.
ResponderEliminarEnhorabuena, Luisa. Un abrazo.
Muchas gracias, Sara. La verdad es que es un honor encontrarme en esa antología, la compañía es inmejorable.
ResponderEliminarMuy bueno tu micro Luisa, me alegra que esté incluído.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, guapetona
ResponderEliminar¡Qué bueno, Luisa!
ResponderEliminarMe alegra tenerte ahí, en esa antología y que mis letras estén cerca de las tuyas.
Un abrazo,
Una joya. También leí la de Miguelangel. Dos tesoros, junto al resto de escritores. ¡Qué lujo!
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